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Sesión 02 - 24/08/24

A la mañana siguiente, el grupo decide investigar el extraño suceso de la noche anterior. Orson intenta disuadirles, restándole importancia al asunto, pero no lo consigue. Sin perder tiempo, salen de la taberna sin siquiera detenerse a desayunar.

Su primera pista es el hombre que vieron salir de la habitación vecina antes de acostarse. Tras algunas averiguaciones, localizan su vivienda y encuentran a su esposa, Hilda. De inmediato, perciben en ella una actitud controladora y hostil, especialmente al mencionar a Lena, la camarera de la taberna. Con evidente resentimiento, Hilda les indica que su marido, Grimbold, está en el molino.

Cuando lo confrontan, Grimbold se muestra abatido y claramente afectado por la situación. No parece ser culpable, pero sufren al ver su desesperación. Confiesa que su matrimonio con Hilda es una prisión y que su verdadero deseo sería estar con Lena… o con su hija, ambas ahora desaparecidas. Su angustia es tal que intenta quitarse la vida en ese mismo instante, pero el grupo lo detiene a tiempo. En un intento de mantenerlo con vida, Elia lo amenaza, lo que lleva a una revelación inesperada: Grimbold muestra ciertos gustos masoquistas, una información que podría ser irrelevante, pero que queda grabada en la mente del grupo.

Decididos a seguir investigando, se dirigen a la mazmorra de la mansión de Lord Lyssander para hablar con el supuesto asesino: Kent, el carnicero del pueblo. Tras insistir, consiguen que Grigor les permita interrogarlo. Durante la conversación, analizan las pruebas reunidas hasta el momento y empiezan a notar ciertas incongruencias en la versión oficial. La más importante de todas: Orson, el tabernero, no apareció en ningún momento durante la noche de los hechos, a pesar de que supuestamente vive en la misma posada. Además, como empleador de Lena, tenía la suficiente confianza con ella como para que, en caso de haber un forcejeo, pudiera evitar que gritara y alertara a los demás.

Aun así, las sospechas no bastan. Necesitan pruebas contundentes para desenmascarar lo que parece ser una conspiración mayor. Deciden no levantar sospechas y pasar la tarde con normalidad, esperando a la noche para actuar. Según los rumores, por las noches hay movimiento sospechoso en el cementerio. Con eso en mente, preparan su infiltración, dispuestos a atrapar a los culpables con las manos en la masa.