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Sesión 14 - 14/12/24

Después de hablar con la acólita Tanith y Kaiden, el grupo regresó al barco con rumbo a la aldea portuaria de Boulder's Rest. Pero su travesía por mar no transcurrió sin incidentes.

En mitad de la noche, una hechicera de la Orden de Bellacor, ahora traidora, atacó la embarcación con una horda de demonios invocados. La batalla fue feroz, y aunque los protagonistas lograron imponerse, la hechicera se entregó por completo al poder que la guiaba. En ese instante, la voz de Bellacor resonó a través de su cuerpo… pero no era el Bellacor que los caballeros veneraban.

Con una risa oscura y reverberante, el ser reveló su verdadera identidad. No era un santo guerrero ni un líder celestial, sino la mismísima manifestación del conflicto: un demonio de guerra. La Orden de Bellacor, en su fracción más radical, había sido manipulada sin saberlo, adorando a una entidad caótica y oscura en lugar de al ideal de disciplina y honor que creían seguir.

Elia no dudó. Su respuesta fue rápida y letal. Con una hoja certera, acabó con la hechicera, rechazando cualquier posible alianza con el demonio. Con su enemigo derrotado, el barco continuó su camino hasta Boulder's Rest.

Al llegar a la aldea portuaria, la atmósfera era extraña. A pesar de la guerra que consumía la región, el lugar se mantenía en una inquietante calma. Pronto, se toparon con un individuo peculiar: un hombre llamado Kevin, miembro del culto de la Guerra… con un bocadillo en la mano.

Kevin no parecía ser un fanático ni un guerrero sanguinario. De hecho, parecía ajeno a la gravedad de la traición de su orden, como si para él todo esto fuera simplemente una cuestión de reconocimiento y derechos dentro de la estructura militar. Campbell vio algo en él, una ingenuidad que aún podía salvarse. Con palabras de razón y paciencia, lo convenció de abandonar el culto y marcharse a la aldea donde él había sido clérigo, ofreciéndole una nueva vida como guardia.

Elia, sin embargo, se mostró reacia. Para ella, Kevin era un traidor, indigno de compasión. Su paciencia estuvo al borde del colapso, pero finalmente optó por contenerse. Había más en juego que un soldado extraviado.

El resto de los traidores que descansaban en la aldea no mostraron intención de atacar. Superados en número, los protagonistas optaron por ignorarlos y continuar con su misión.

Tras la conversación, se dirigieron a la cabaña del regente local, Henry. Allí le informaron de la llegada de Horatio, el dueño del barco, quien esperaba su mercancía. Sin embargo, cuando le preguntaron sobre los soldados y la situación en la aldea, Henrry mostró una preocupante falta de conocimiento. Su comportamiento era errático, y al observarlo más de cerca, notaron que estaba enfermo.

Antes de que pudieran indagar más, la puerta se abrió de golpe. Una bruja entró con pasos firmes, su mirada llena de reproche. Sin vacilar, le exigió a Henry que actuara de inmediato. El aire se tensó, y el grupo supo que algo más grande estaba ocurriendo en Boulder's Rest.