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Sesión 17 - 25/01/25

El grupo partió de Cragstone Peak con un objetivo claro, pero con una baja temporal: Norgon se quedó en la ciudad para estudiar hechizos y fortalecer sus puntos débiles antes de reunirse con ellos en el camino hacia la base de la Orden de Bellacor.

Nada más salir de la catedral, fueron abordados por varias personas pidiéndoles ayuda, pero algo no encajaba. Elara les preguntó con quién hablaban realmente. Fue entonces cuando se dieron cuenta de la verdad: su condición de animistas había empeorado. Comenzaban a ver y escuchar a los muertos como si fueran parte del mundo real. La línea entre los vivos y los difuntos se difuminaba peligrosamente.

Conscientes de su deterioro, avanzaron con rapidez, dejando la ciudad atrás para dirigirse a Wildsong en busca de información sobre el hijo de Knux. Sin embargo, al llegar, encontraron el pueblo reducido a escombros. No había rastro de Alen. Tomaron provisiones y se preparaban para partir cuando Campbell sintió una energía de alma acumulándose bajo los restos de una casa derrumbada.

Decidido a descubrir la verdad, Campbell usó sus poderes de animista. Su visión trascendió el presente, permitiéndole ver un fragmento del pasado: en medio del caos de una batalla, una figura pequeña acababa con otra más grande que imploraba por su vida. En su mano, brillaba un hacha inconfundible… el arma de Knux. Sin más dudas, emprendieron el camino al cuartel del norte.

Por el camino intentaron contactar con Norgon, pero este no se presentó. En su lugar, Campbell recibió un mensaje mental en el que su compañero les pedía que continuaran sin él. Llegaría a tiempo.

Al llegar a la fortaleza, Norgon apareció junto a ellos, habiendo atravesado parcialmente el Inframundo para reducir la distancia. El grupo se percató de lo útil que sería este hechizo en el futuro.

Sin embargo, su llegada no pasó desapercibida. En la entrada de la base, dos demonios la protegían con garras y fuego oscuro. Mientras los protagonistas ideaban una estrategia, Murgling, el familiar monstruoso de Campbell, saltó al combate distrayendo a las criaturas. Aprovechando la oportunidad, el grupo se infiltró en el patio de la fortaleza, donde les esperaba el líder de los rebeldes, Kragthar.

Esperaba a Valeria, pero en su lugar se encontró con Elia. Sorpresa y furia se reflejaron en su rostro. Antes de que pudiera ordenar un ataque, Elia lo desafió públicamente a un duelo por el liderazgo. Con arrogancia, Kragthar aceptó. Para sorpresa de todos, permitió que Knux luchara junto a Elia, confiado en su victoria.

El combate fue brutal. Kragthar, un guerrero formidable, combatió con una fuerza descomunal, pero Elia y Knux pelearon con disciplina y determinación. Golpe a golpe, fueron debilitándolo hasta que finalmente cayó. En su desesperación, el derrotado rompió su palabra y pidió ayuda a los demonios. Su traición quedó expuesta ante sus seguidores. En un instante, el apoyo que tenía se desmoronó. Los rebeldes vieron a su líder no como un símbolo de fuerza, sino como un cobarde sin honor. Uno a uno, se volvieron contra él. Con su muerte, la rebelión terminó.

Elia, ahora reconocida como Paralictor, tomó la palabra. Con voz firme, habló de los verdaderos valores de Bellacor, recordando a todos lo que significaba servir a la Orden. Los vítores resonaron en la fortaleza. La traición había sido erradicada.

Un soldado condujo a Elia a las celdas, donde se encontraba Zevros, el Paravicar de la fortaleza, junto a un carcelero inesperado: Alen, el hijastro de Knux, quien formaba parte de los rebeldes. Zevros, con un simple conjuro, rompió los barrotes de su prisión, dejando claro que jamás estuvo realmente atrapado. Agradeció la ayuda del grupo y reconoció el liderazgo de Elia, pese a su pasado de traidora.

Antes de proseguir, Zevros hizo una petición. Necesitaban asegurarse de que no quedaban más traidores entre sus filas. Miró a Norgon y le preguntó si conocía el hechizo del Anillo de la Verdad. Este asintió. El ritual comenzó en el centro del patio. Uno a uno, los soldados fueron sometidos a preguntas clave para determinar su lealtad. Algunos respondieron con sinceridad, otros intentaron mentir y fueron ejecutados de inmediato. Algunos intentaron huir, pero ninguno logró escapar.

Mientras Zevros continuaba la purga, Knux tuvo una conversación con Alen. El joven insistía en que el mensaje de los rebeldes tenía sentido: si defendían a los inocentes, estos se volverían débiles y no serían capaces de enfrentar las verdaderas amenazas. Knux, con dureza, le hizo ver la verdad: había cruzado una línea. Se había convertido en un asesino sin empatía, cegado por una filosofía carente de compasión. Elia también intervino, recordándole el honor y los ideales de la Orden.

Alen comenzó a dudar. Parecía dispuesto a aceptar sus errores, pero antes de que pudiera decidir su camino, Zevros lo llamó. Era el último en ser interrogado.

Las preguntas fueron sencillas al principio, pero cada vez se tornaron más incisivas. La presión aumentó hasta que Alen estuvo a punto de delatarse. Justo cuando iba a dar la respuesta equivocada… el hechizo terminó. Zevros sonrió con calma y lo aprobó oficialmente. Sin embargo, la mirada del Paravicar dejaba claro que sabía la verdad: Alen había fallado la prueba, pero en lugar de condenarlo, decidió darle una oportunidad para redimirse.

Con la fortaleza recuperada, Zevros reunió al grupo en la oficina de Victoria para discutir los siguientes pasos. Confirmó que las fortalezas de la Orden estaban conectadas por portales, pero estos solo podían activarse desde dentro. Actualmente, la situación era la siguiente:

  • Fortaleza del Norte: Portal apagado por orden de Zevros.

  • Fortaleza Central (cerca de Fogcursed Island): Portal activo, pero sin respuesta.

  • Fortaleza del Sur: Portal desactivado, sin comunicación alguna.

Zevros creía que el Gran Maestre Kergatt seguía en combate contra las mayores amenazas demoníacas. Hasta que pudieran contactar con él, su deber era resistir las fuerzas menores del enemigo.

Tras debatirlo, decidieron su próximo curso de acción:

  1. Norgon utilizaría su hechizo para trasladar un escuadrón de Signifiers con Valeria.

  2. La Orden proporcionaría raciones y mejoras de equipo al grupo.

  3. Al día siguiente, un escuadrón partiría con los protagonistas y el resto de tropas para reunirse con Valeria.

  4. Enfrentar a los druidas y detener su influencia.

  5. Buscar a Rose y forjar una alianza con las elfas.

  6. Contactar con las tribus del norte y descubrir más sobre Bellacor.

  7. Activar el portal de la Fortaleza Central para investigar lo que ocurre allí.

Con el destino aún incierto, el grupo sabía que la lucha estaba lejos de terminar. Pero ahora, tenían un ejército y un propósito más claro que nunca.