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Sesión 23 - 05/04/25

Elia, Knux, Campbell, Elisabeth y Soriz acuden a la ciudad mientras Norgon, Namarie y una de las elfas irán al portal de la fortaleza Sur y cerrarán este. Al llegar a Ellanthor ven como el enjambre ya está atacando la ciudad. El escudo mágico de fuego ha caído y reinaban los gritos de los devorados.

Soriz se separa en busca de los caballeros de la orden mientras el resto busca a Gnash. Encuentran a este junto a las demás elfas y 60 personas de la propia ciudad, defendidos por ellos.

El grupo deja a los habitantes de la ciudad escondidos y buscan más pergaminos de teletransporte en la academia de magos. Dentro ven como los vescavors están devorando todos los libros y pergaminos, probablemente Amenia les esté controlando para eliminar toda posible ruta de escape que puedan proporcionar los hechizos.

Activan las runas de la puerta para ir a la sala de reuniones pero al llegar, no están activadas el resto de puertas para desplazarse por la academia ni tampoco está Hammon presente. En la mesa encuentran una caja sellada por magia. Abren esta y ven varios pergaminos de teletransporte, suficientes como salvar a casi todos... casi. Dentro de esta también hay una nota, parece dirigida de Hammon a Norgon: "INSERTAR NOTA AQUI A POSTERIORI"

Con nueva motivación, el grupo sale de la academia dispuestos a salvar a la mayor gente posible. Sin embargo, tras una gran explosión, la torre de la academia se desmorona sobre ellos. Todos consiguen escapar salvo Knux, pero su hijo Gnash, con todos sus estudios mágicos sobre arquitectura, consigue detener los escombros. Sin embargo, esto deja a Gnash en una situación imposible en la que solo puede terminar aplastado. Knux busca todas las maneras para salvarle pero finalmente se da cuenta de que no es posible. En una emotiva despedida, Gnash pide a su padre que salve el mundo y que le deje sacrificarse. Sin nadie poder evitarlo, Knux se salva y Gnash es aplastado por los escombros. En ese momento Knux jura venganza sobre Amenia aunque sea lo último que haga.

El grupo continua. Las elfas se ofrecen a salvar a Soriz y los demás caballeros de Bellacor pese a sus discrepancias y llevan un par de pergaminos con ellas. Los demás vuelven con los ciudadanos restantes y salvan a la mayoría, pero una docena se queda atrás. En una reacción violenta y desesperada por ellos, el grupo los distancia y usan el último pergamino, salvando su vida y condenando la de estos.

Con el teletransporte, el grupo aparece en frente de la inmensa fortaleza del Sur de la Orden de Bellacor, el núcleo central de esta. Dentro se encuentran vidrieras relatando las grandes guerras de la orden y para su sorpresa, muchos caballeros ociosos en los pasillos. Elia reconoce rápidamente a una antigua compañera suya, Mariam, ahora Paravicar. Esta les explica que no tienen un Lictor en el Sur tras la subida de Kergatt a Gran Maestre, él mismo dijo que nadie era digno de ocupar su antiguo puesto. Al parecer nadie de la fortaleza del Sur sabe en que estado se encuentra el mundo exterior. En sus últimas palabras antas de desaparecer (aproximadamente cuando el ataque coordinado de los cultos) Kergatt ordenó que no saliesen de la fortaleza y cortasen todas las comunicaciones hasta su regreso.

Elia indignada avanza hacia la Sala Capitular, donde una Paralictor se encuentra hablando con el resto de caballeros Leda. Esta al ver a Elia no la reconoce como nueva Paralictor del Norte sino como la traidora que mató a tantos de los suyos. Elia se defiende y explica como Valeria vio potencial en ella. Les cuenta a los caballeros presentes sobre los traidores dentro de la orden, como la peste ha arrasado el continente del Norte, las fuerzas de no muertos han arrasado la capital y el enjambre ha consumido todo el Este. En ese momento entra Nicandros, quien aplaude a Elia por su determinación y motiva al resto de miembros para salir fuera y acabar con las amenazas que se ciernen sobre el mundo. Todos los soldados están decididos y Elia tiene el apoyo de todos, incluso, aunque algo reticente, de Leda. Elia pregunta a los Paravicars del Sur (a excepción de Soriz que todavía no había llegado), sobre el origen y ubicación del martillo de Bellacor. Nicandros, como herrero de la orden, desvela que el martillo se encontraba en la fortaleza. Deberán saltar al pozo de lava en la sala y si Bellacor los ve dignos, podrán acceder al martillo Tyrsmash.

Elia, Knux, Campbell y Elisabeth saltan al pozo, desesperados para conseguir el poder de Bellacor y acabar con el enjambre de Amenia. Tras el salto, caen en lo que parece una armería. En el centro de esta hay un portentoso martillo, Tyrsmash. Elia se acerca a tocarlo, y en cuanto sus dedos tocan la empuñadura, una figura rompe en escena, mucho más grande que ellos: Tyrfing, Señor de la Guerra. Este desvela que Bellacor era solo un seguidor suyo mientras él, supuesto demonio que había contactado con ellos, es el verdadero Dios de la Guerra. Hablando con estos, desvela que Kergatt también usó el martillo contra la autoproclamada Pharasma, que es en realidad un adalid, no la propia Diosa. También ven que a Tyrfing no le preocupa sus seguidores, siendo él quien comenzó incitando a los rebeldes dentro de las filas. Mientras Bellacor fue un paragón de justicia y guerra honorable, Tyrfing solo desea conflicto y guerra sangrienta. Cuando preguntan por el poder de este parece que sea algo que el mismo Tyrfing elije, dejando entrever que podrían ser hasta miles kilómetros. Aún así, este les dice que deberán hacer un sacrificio para provocar al enjambre y atraerlo a un punto, ofreciendo a sus seguidores para esto, lo cual hace que Elia odie aún más a Tyrfing. Finalmente decide ayudarles si Elia se arrodilla ante él. Tras resistirse mucho, termina cediendo, pero prometiendo también acabar con él, cueste lo que le cueste. Tyrfing no se toma en serio su amenaza y entrega a Elia el martillo, cerrando el trato y devolviéndoles a la Sala Capitular.